lunes, 29 de octubre de 2012

POR EL CAMBIO




Hoy, 28 de octubre de 2012, se cumplen 30 años de la victoria del PSOE en las elecciones celebradas en 1982 en la que se eligió a Felipe González como Presidente y Alfonso Guerra fue Vicepresidente.

En aquellos tiempos la sociedad anhelaba un cambio, querían un gobierno que se preocupase por la gente de a pie, que les escuchara, que llevasen un programa de progreso para España… La gente estaba muy al día de la política, estaban interesados en todos y cada uno de los programas de los diferentes partidos, estaban movilizados e ilusionados, de ahí la gran participación electoral del 80%, la cual creo que desde entonces no ha sido superada.

El PSOE, con Felipe González al frente, fue el partido que supo recoger los sentimientos y sensibilidades de la sociedad, preocupándose de los más necesitados y plasmando un programa ambicioso con grandes políticas de modernización, progreso y derechos sociales. De ahí que más de 10 millones de españoles depositasen su confianza en el PSOE, el cual consiguió 202 de los 350 diputados del Congreso.

El primer gobierno socialista, presidido por Felipe González y con Alfonso Guerra como vicepresidente, desarrolló una política orientada, por un lado, a profundizar y asentar la democracia, y, por otro lado, a impulsar una importante serie de reformas, entre las que se destacan la profesionalización de las Fuerzas Armadas, la plena funcionalidad del modelo de Estado de las Autonomías, la reforma educativa, las medidas de saneamiento económico y el impulso a una legislación modernizadora en temas como la despenalización del aborto y la igualdad de la mujer. Todo ello permitió crear un nuevo clima de confianza ciudadana en las instituciones.

Hoy,  por desgracia, ese clima de confianza en las instituciones y en la clase política ha cambiado, tanto para el PSOE como para la política en general. La política ha pasado de ser el medio para solucionar los problemas de la sociedad a ser un problema para la sociedad.

A mi juicio, este radical cambio se debe a la cantidad de VIVIDORES que se han (y se están) aprovechando de los partidos políticos y de las instituciones públicas.

Hoy en día la política ha tomado una concepción de medio de trabajo , donde muchos se han hecho con partidos políticos sólo con el fin de que su bolsillo vaya en auge importándoles lo más mínimo el interés general. Y por desgracia, de estas personas hay en todos los partidos.

Pero no sólo han tenido suficiente con eso, sino que las instituciones públicas han servido de lugar de enchufismo de puestos de trabajos y un exceso de puestos de responsabilidad, que suponen un gran e innecesarios gasto para las arcas públicas.

Y para colmo, si no solo teníamos suficiente con eso, esta clase vividora de la política han robado y saqueado las arcas públicas del estado desviando fraudulentamente grandes cantidades de dinero, lo que se conoce como las TRAMAS DE CORRUPCIÓN.

Además, este tema es “el pan nuestro de cada día”, ya que los medios de comunicación, día si y día también sacan temas relacionados con la corrupción, la deuda… Es decir, la cara mala de la política.
Esto ha creado un clima de desconfianza y rechazo a la clase política, sobre todo a los dos partidos mayoritarios, que son los que han estado en el gobierno.

Con todo esto, tengo que echar una lanza a favor de la clase política, pero no de los vividores y ladrones, si no de las muchas personas que estamos en los partidos políticos y nos creemos que la política está para servir y mejorar a los sociedad, sin olvidar que el poder emana del pueblo y los políticos son los representantes de estos.

Son muchos los políticos, no de profesión, sino de vocación, que están en diversas instituciones (sobre todo locales), en partidos, personas que son el último peldaño del organigrama, que trabajan sin remuneración, que dedican tiempo de su vida a mejorar la vida de los demás, que tienen su propio trabajo independientemente de su responsabilidad política. Estas personas no salen en los medios de comunicación por sus buenas labores…

Yo soy optimista, pienso que el tiempo pone a cada uno en su lugar y que no hay mal que cien años dure. Las buenas voluntades algún día lograrán devolver a la clase política el prestigio que se merece y, en un tiempo no muy lejano, podamos recobrar tiempos como 1982.  

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