martes, 1 de octubre de 2019

88 años de derecho al sufragio femenino




Hoy, 1 de octubre de 2019, se cumplen 88 años desde que se consiguió el derecho al sufragio femenino.

Fue un 1 de octubre de 1931, cuando tras una dura pelea contra muchos y, también, contra una misma Clara Campoamor consiguió que Las Cortes votaran a favor del sufragio femenino.

No fue fácil llegar a este punto, pues incluso contó  con la negativa de la diputada republicana, Victoria Kent, quien creía que el colectivo femenino de entonces no estaba preparado ni cultural, ni social y ni políticamente para ejercer el derecho al voto. Además, sostenía la teoría de que estaban demasiado influenciadas por los hombres y por la iglesia. Así creía que el voto solo podría beneficiar a los conservadores y perjudicaría a la República. Aquí parte de su intervención en Las Cortes:

"Creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española. Lo dice una mujer que, en el momento crítico de decirlo, renuncia a un ideal. Quiero significar a la Cámara que el hecho de que dos mujeres se encuentren aquí reunidas opinen de manera diferente, no significa absolutamente nada, porque dentro de los mismos partidos y de las mismas ideologías, hay opiniones diferentes (...). En este momento vamos a dar o negar el voto a más de la mitad de los individuos españoles y es preciso que las personas que sienten el fervor republicano, el fervor democrático y liberal republicano, nos levantemos aquí para decir: es necesario, aplazar el voto femenino (...). Señores diputados, no es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad para la República (...). Pero hoy, señores diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer”.

Clara Campoamor, abogada feminista del partido Republicano, se mantuvo  firme en sus convicciones y defendió su postura hasta sus últimas consecuencias: conseguir el derecho de la mujer a poder elegir a sus representantes. Y así lo defendió en Las Cortes:

“¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?

Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis -fijaos bien- afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo”.

Este hito histórico no se vio materializado hasta el 19 de noviembre de 1933, día en el que las mujeres votaron por primera vez en la historia de nuestro país. Alrededor de siete millones de mujeres estaban llamadas a participar en unos comicios en los que, por primera vez, las mujeres podían alzar la voz. Incluso algunos diarios, al día siguiente afirmaban que la participación de las electoras había sido superior al de electores.

Clara Campoamor pudo ver su sueño cumplido, su lucha por los derechos de la mujer había llegado a hacerse realidad. Pero fue una realidad amarga, ya que en estos segundos comicios de la II República las fuerzas de derechas, integradas en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Además, Clara Campoamor, perdió su escaño.

Dicen que “el tiempo todo lo cura” y que “el tiempo da la razón”. Y así es. Gracias a la perseverancia, la firmeza, los valores y las convicciones de Clara Campoamor, hoy, millones de mujeres preparadas, no solo tienen derecho a voto, sino que en política y en otros muchos menesteres de la vida ocupan grandes puestos de responsabilidad. Bien es cierto que, por desgracia, queda mucho por conseguir para llegar a una plena igualdad. Pero estamos en el camino de conseguirlo. Y, también, de terminar con las reminiscencias de una sociedad machista.

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