Si hay alguien que lee esta carta
y no se le cae el alma a los pies, es que no es persona. Es la carta de Diego,
un niño de 11 años que decidió quitarse la vida por, supuestamente, sufrir
bullying en el colegio. La transcribo para quien no pueda leerla:
“Papá, mamá, estos 11 años que
llevo con vosotros han sido muy buenos y nunca los olvidaré como nunca os
olvidaré a vosotros.
Papá, tú me has enseñado a ser
buena persona y a cumplir las promesas, además, has jugado muchísimos conmigo.
Mamá, tú me has cuidado muchísimo
y me has llevado a muchos sitios.
Los dos solos sois increíbles,
pero juntos sois los mejores padres del mundo.
Tata, tú has aguantado muchas
cosas por mí y por papá, te estoy muy agradecido y te quiero mucho.
Abuelo, tú siempre has sido muy
generoso conmigo y te has preocupado por mí. Te quiero mucho.
Lolo, tú me has ayudado mucho con
mis deberes y me has tratado bien. Te deseo suerte para que puedas ver a Eli.
Os digo esto porque yo no aguanto
ir al colegio y no hay otra manera para no ir. Por favor espero que algún día
podáis odiarme un poquito menos.
Os pido que no os separéis papá y
mamá, solo viéndoos juntos y felices yo seré feliz.
Os echaré de menos y espero que
un día podamos volver a vernos en el cielo.
Bueno me despido para siempre
firmado Diego, […] espero que encuentres trabajo muy pronto […]
Diego González”
Dejando a un lado la polémica
sobre si la justicia cierra el caso por no ver indicios de acoso escolar (bullying),
creo que este es otro de los temas más importantes que los diferentes gobiernos
deben ponerse de acuerdo para tratar y poder erradicar.
Siempre he considerado que en
casa, la familia debe EDUCAR a los niños y niñas. Y en el centro educativo, los
maestros y profesores están para enseñar nuevos contenidos. Educar no es fácil,
pero es algo necesario. Sobre todo inculcar valores de respeto hacia los demás,
de tolerancia, de igualdad… Saber que no todas las personas somos iguales, pero
todas tenemos las mismas obligaciones y los mismos derechos. Etcétera.
Y, cada día, me doy cuenta de que
en los centros educativos también se puede (y se debe) educar. Un centro
educativo es un lugar en el que no solo nos enseñan nuevos contenidos de
diversas materias, sino que es mucho más que eso. Un centro educativo es un
espacio donde convivimos con otras personas ajenas al ámbito familiar. Personas
muy diferentes, tanto en la raza como en la forma de ser, vestir o pensar. Y es
ahí donde nos formamos, no solo académicamente, sino como personas, aprendiendo
cosas que no están en los libros.
Hace unos años el gobierno
socialista de José Luís Rodríguez Zapatero instauró una asignatura llamada “Educación
para la ciudadanía”, una asignatura que pretendía enseñar a las niñas y niños
valores cívicos y humanos esenciales. Hubo un sector de la sociedad (parte de
la derecha, cómo no) que pensaron que esta asignatura solo serviría para “manipular
y politizar” a las niñas y niños. Y se equivocaban. Nada más lejos de la
realidad. En 2013 el gobierno de Mariano Rajoy suprimió esta asignatura como
íntegra, apareciendo de forma transversal con la LOMCE.
En definitiva, creo que debemos
comenzar a pensar más por el bien común de todas las personas, sobre todo por
el de las generaciones futuras, y dejar temas partidistas a un lado. Hay temas
que los políticos deberían considerar como temas de estado, entre ellos la
violencia machista, el racismo o el acoso escolar… Y eso se enseña y se aprende
en casa y en los centros educativos.